13.10.16

UN ALADDIN DE BROADWAY

ALADDIN: EL MUSICAL DE BROADWAY

¡Y aquí llega la reseña del segundo musical que vi en Broadway! Aladdin! 
Otra vez, aquí podría simplemente contarles de qué se trata, cuales y cómo son los personajes y esa clase de cosas, pero no creo que eso sea lo más importante que quiero que lean en esta reseña. Esa clase de información pueden ir a buscarla a cualquier sitio web de Broadway. Yo les voy a contar otra cosa.


¿QUÉ ME CAUSÓ LA OBRA?
Aladdin es una película que siempre me encantó cuando era chiquita. La música, sobre todo. Me encantaba la música. Tal vez porque es diferente a las de las demás películas de Disney, todas clásicas y armoniosas. Estas son diferentes. Y no me gustaba sólo por la música, sino por su historia. Creo que, otra vez, el hecho de que fuera diferente a la mayoría de las películas de Disney en aquel entonces fue algo importante. Me gustaban los personajes, el baile y el espectáculo de colores que se mostraba.
Y ahora, tenía la oportunidad de verla en Broadway. Además, ¡el tráiler me había dejado fascinada! 


Era mágico, la clase de espectáculo que a mí me gusta. ¡Hermoso!
Me encantó como los personajes hacían que te conectaras con la historia y te llevaban a Agrabbah, el mundo de Aladdin. Era mágico. Sentarse, relajarse, olvidarse de todo y, ¡zas!; antes de que te dieras cuenta, estabas en ese mundo. No, no estaba en ese escenario y no tenías ningún papel en particular. Pero estabas ahí dentro, en esa historias. Y, aunque tu único papel fuera quedarte sentadito, respirar y observar, eras parte de algo.
En el Acto I, contemplé todo lo que pude, disfruté de aquella música que tanto me encantaba y miré todos los colores y luces del escenario para intentar absorberlo todo. Porque, antes de que te des cuenta, se acabó. Cada segundo en ese teatro era bellísimo, cada paso de baile valía la pena y no quería perderme ni un minuto de ello. Porque, sentada ahí, echás de menos los pasos, diálogos y canciones que ya pasaron, deseando que se repitan. Pero no se repiten. Me dí cuenta de eso en el Acto I, como lo que estaba viendo era tan preciosamente efímero.
Luego, vino la pausa. Allí leí la libreta que nos habían dado a la entrada y leí sobre los actores. Me interesó especialmente el artículo que hablaba sobre el hombre interpretando el papel de el genio (James Monroe Iglehart). Resulta que ese hombre, quien nos había hecho reír como locos durante el Acto I, había quedado fascinado con el papel del genio en la película Aladdin cuando tenía 17 años y había querido interpretarlo desde entonces. Contaba, también, que nunca faltaba a los ensayos. Aunque estuviera enfermo, vendría, sin importar que. Y vi entonces a ese hombre que había soñado estar en ese escenario con ese papel desde que tenía 17 y finalmente lo había logrado. Cuando comenzó el Acto II, me concentré en descifrar a ese hombre, en prestarle una atención mayor y observar su pasión, la cual había estado ahí desde el comienzo, pero ahora me resultaba más maravillosa.
Sentí un cierto cambio entre el Acto I y el II en mi forma de pensar. Ese hombre marcó el cambio. Como, en el Acto I, había disfrutado tanto aquella obra tan esperada y, en el Acto II, me concentré en los actores y la pasión que conllevaban.  
Y, cuando terminó el show, sentí un vacío. Esperé con ansias el momento en que los actores volvieran al escenario a saludar y recibir sus merecidos aplausos, porque los vería otra vez y, aún mejor, escucharía la música sonar de nuevo.
Le aplaudí lo más fuerte que pude a todos los actores y, cuando el momento llegó, a la orquesta. Esa orquesta que había tenido el papel más importante de todos, de revivir esa música tan asombrosa. Esa orquesta que la había hecho realidad.
Pero luego, el telón bajó.
  
¿QUÉ ME CAUSÓ EL MUSICAL EN SÍ?
Siempre sospeché que me gustaba el teatro. Había ido a ver algunas obras, pero no las suficientes para poder afirmarlo. Ahora estoy bastante segura de que amo el teatro. No me refiero al hecho de estar en el escenario (aún no he pensado en eso realmente) pero a lo que me causa estar sentada en esos asientos. 
Me gusta tocar el piano así que una vez fui a ver a un pianista en concierto segura de que lo amaría. Pero no fue así. Fue muy bello, sí, pero no es como un teatro. Lo que me causaba el teatro era diferente a eso, era más complejo; lleno de colores, texturas, sonidos y momentos que aquella música no captaba. 
Me gusta la música y lo que esta puede causar,, pero me parece que el poder de la música junto al baile y esos actores es algo de otro mundo, algo celestial. 
Estando en esos asientos por dos horas y media puedes contemplar cosas que duran una eternidad. Momentos que no olvidas y viven en ti por siempre y canciones que quedan grabadas en tu memoria. Dos horas efímeras, donde en un momento estas contemplando las cosas más maravillosas y, al otro, estas viendo otras. Extrañas los momentos que ya pasaron, los pasos de baile, diálogos y canciones que no se repiten y la atmósfera que se crea. Hay un aire en ese teatro, un aire que sólo existe allí. Un aire lleno de pasión, de sentimientos, de belleza. Y, aunque sólo estés entado en tu asiento, no estás haciendo sólo eso. Puedes estar inmóvil, pero sos parte de algo, aunque no estés haciendo nada más que observar y escuchar.
Es magia. 
Junto a a magia que encuentro todos los días en los libros, también creo que el teatro es un tipo de magia MUY poderosa.

~Writer♥.
KEEP READING.........

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ALADDIN: the broadway musical

And here comes the review of the second musical I saw on Broadway: Aladdin!!
Again, this is the part where I could tell you what the play is about, how its characters are and that sort of things, but I don't believe that's the most important thing I want you to read in this review. You can get that kind of information at any Broadway website. I'm going to tell you about something different.


WHAT DID IT CAUSE ME?
Aladdin is a movie I've loved since I was little. The music specially. I love the music in it. Maybe because it's different from the one in the rest of the Disney movies, all classy and elegant. This one's different. I didn't just like the music, though, but its story. Again, I think it's also because it's different from the rest of the Disney films back then. I liked its characters, the dance and the colorful show it showed. 
And now, I had the chance to see that story I loved in Broadway! Besides, I was fascinated by the trailer of the musical!

It was magical, the kind of show I love. Beautiful!
I liked the fact that the characters connected you with the story and dragged you into Agrabbah, Aladdin's world. It was magical. Sitting there, relaxing, forgetting about the real world for a while and, zas!; before you could notice, you were in that world. No, you weren't IN the stage with the characters and you had no role in particular. But you were in there. In the story. And although your only role was to sit there, breathe and observe, you were part of something.
During the Act I, I observed everything I could, enjoyed the music I loved and stared at all the colors and lights in ths stage and tried to absorb it all. Because, before you can even notice, it's over. Every second in that theater was gorgeous, every dance step was worth it and I didn't want to lose a second of it. Because while sitting there, you miss the dance steps, the dialogues and songs that have already passed and happened, wishing for them to repeat and happen again. But they don't happen again. Any of it does. I realized that during Act I... how what I was seeing was extremely and preciously ephemeral.
Then came the pause. I took time to read the information paper they'd given to us and read about the actors. I was specially interested about the man playing the role of the genie (James Monroe Iglehart)It turns out that man, who had been so funny during the Act I, had loved the role of the genie in the movie Aladdin when he was 17 and had wanted to play that role since then. And I saw then that man who had dreamed about being in that stage playing that specific role since he was 17 and had finally achieved it. When the Act II began, I focused in figuring out that man, in paying extreme attention to him and observing his passion, which had been there since the beginning but seemed more amazing now. 
I felt certain change during the Act I and Act II. That man changed it all. 
And, when the show was over, I felt hollow. I eagerly waited for the moment when the actors came back to stage to say goodbye and get their applauses. I desired to see them all one last time and, even better, hear the music again.
I stood up for all of them, applauded them with my complete strength and, when the time came, I applauded with my whole body and soul to the orchesta. That orchesta that meant SO MUCHO to me. 
And then, the curtain went down. 
  
WHAT DID THE MUSICAL CAUSE ME ITSELF?
I always suspected I like the theater. I'd sgone to see a few plays, but not enough to be able to confirm that statement. Now I'm sure I love it. I'm not referring to it in the way of being up in the stage (at least not for now,  T haven't considered it just yet) but about being in the audience.
I like playing the piano, so I once went to see a pianist in concert, convinced that I would love it. But it wasn't that way. Yes, it was pretty, but not the theater kind of 'pretty'. What the theater caused me was different, it had a depth, a sound and colors.
I like music and the power it has, but I think the theater contains even more power. It's just... not out of this world.
While sitting in those seats for two hours and a helf you can see eternity. Moments you'll never forget and songs that'll remain inside you. Two ephemeral hours where in one moment you're seeing the most wonderful thing and, the next, other ones. You miss the moments that are over, the dance steps, dialogues and songs that are already over. I love the atmosphere, specially. There's certain air in that theater that only exists in there. An air filled with passion, feelings and beauty. And, although you're just sitting down, you're doing more than that. You may be still, , but you're part of something. 
It's magic. 

~Writer♥.

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